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Queremos Paz



por Ignacio de Villafañe

No hubo banderas partidarias, tampoco una organización clara. Las marchas fueron dispersas, sin ruidosos megáfonos (al menos aquí) y con carteles hechos en casa que sólo indicaban una cosa: se trató, por completo, de ciudadanos comunes reunidos con la única regla de la espontaneidad y la orden estricta, perfectamente cumplida, de la no violencia.

Sobraron luego los que inventaron titulares como el de la “Protesta de gente bien vestida” - la de “Los ricos de Santa Fe y Callao” -, “Las marchas por Miami” o “Las convocatorias de la Oposición”; respuestas esperables de parte de aquellos que apoyan al mismo arco político que decidió transmitir por la Televisión Pública un documental sobre animales y la inauguración de una fabrica de Lacoste al tiempo en que comenzaban los movimientos – y al tiempo en que seguían: noticias sobre Estados Unidos y Mauricio Macri.

El kirchnerista promedio


por Ignacio de Villafañe

Si hay algo que las marchas del 13 de Septiembre pudieron revelar, ese algo fue la importancia del rol que la incomprensión juega en el imaginario K. Aún más, porque sobrepasando aquel imaginario fue el mismo marco teórico oficial el que quedó desnudo junto con sus ideas forzadamente proyectadas contra algo que su propio discurso no alcanzó a descifrar. Para ellos no solo bastó con considerar a las protestas de Córdoba, Bariloche, Rosario, Paraná, Misiones, Mendoza, etc. como salidas – curiosamente acorde a su visión unitaria de la Nación – de Santa Fe y Callao o, a lo sumo, de Plaza de Mayo.

Sufragio Universal



 por Miguel Ángel Chorizo*
Evita debió de ser una canalla. ¡Gorila! le gritarían ahora, ¡Fascista! por haber dejado pasar la oportunidad gloriosa de concederles el derecho a votar a todos - como hubiese debido hacer - y acotar sus esfuerzos, en cambio, sólo al cumplimiento de sus más personales intereses sobre el gremio de su género.  Por suerte siempre hay segundas oportunidades – la historia funciona así – y hoy tenemos en nuestras manos la renovada chance de convertir a esta en la Nación libre, justa, democrática y pluralista que siempre deberíamos haber tenido.
Corrieron los rumores hasta volverse certezas: la juventud completa por fin será participe de este proyecto de transformación, más que argentina, americana entera. No se tratará