Páginas

Sobredosis de Relato

     «Yo no creo en los corruptos pero que los hay, los hay». Es decir: «Yo no creo en la economía informal que genera el tráfico de drogas, la trata de personas, la evasión impositiva, las coimas aduaneras..., pero que dólares hay, los hay».

     Quizá eso fue lo único que le faltó aclarar al revolucionario comité económico -compuesto por los revolucionarios Del Pont, Kicillof, Echegaray, Lorenzino y Moreno - mientras daba cuenta de su revolucionario proyecto de ley para legalizar los revolucionarios fondos hasta hoy jamás revolucionariamente declarados. Eso y un spot publicitario al mejor estilo fútbol para todos diciendo «Ahora podés blanquear tus capitales en el Banco Central de la República Argentina sin tener que atravesar los contraproducentes procesos de control». Y claro: un cierre con fondo cian y letras blancas diciendo «Argentina, un país con buena gente». Así es la Revolución.

     Los Certificados de Depósito para Inversión (Cedin) y los Bonos Argentinos de Ahorro para el Desarrollo Económico (Baade) son, por ende, medidas revolucionarias. Son la consecuencia directa de una Nación conformada con exclusividad por buena gente y que hoy puede darse el lujo de no tener que andar por ahí dudando de la honestidad de quienes quieran declarar buenos dólares obtenidos mediante el buen acatamiento de las leyes. Eso es el producto de diez años de una gestión basada en el amor.

     Debería entenderse, casi al margen, que no es que la pesificación de la economía haya fracasado, no es que haya un desdoblamiento cambiario de facto, no es que la caja se este achicando y no es que YPF se este yendo pique y ande necesitando una inyección de viagra con la cara de Benjamin Franklin para reactivar su poronga argentina. Obviamente no es nada de eso. Debería entenderse que salir a pedir fondos a los distribuidores de merca, a los coordinadores de putas y a los traidores a la patria no es una medida desesperada. No. Es una decisión tomada en un marco de estabilidad financiera y fortaleza estatal sin precedentes.

     Los kirchneristas, al fin y al cabo, habrán considerado que ya era momento de cambiar los paradigmas sobre los que construyeron su década ganada. El ciclo de los descamisados «ya fue». Ahora es momento de beneficiar a los ricos ¿Quiénes, si no, podrían comprar tan generosos bonos? Nadie supuso probable ver a un obrero de Ciudad Evita tocando la ventanilla del BCRA para pedir un Cedin ¡Para La Matanza el IVA! La exención impositiva será de Puerto Madero.

     A buena hora, mal que pese, vienen por fin a dar una idea de lo que entienden por «progresismo». Hubo tanta Carta Abierta intentando dar las pruebas de la pertenencia de Cristina a las tribunas de izquierda. Y hoy ya pueden ver - tanto González, como Foster o Feinmann -, por fin, las demostraciones prácticas de sus especulaciones ¡Este es, en efecto, el Gobierno de los Derechos Humanos! ¡Aquí se bajan cuadros y se pinta con blanco el dinero negro! (Y se habla, de yapa, de «narcosocialismo».)

     .«Yo no creo en el relato pero que lo hay, lo hay».