Llegan tiempos difíciles y todos los mejores meteorólogos, astrólogos y consultores independientes coinciden en lo mismo: va a hacer falta tener fe. Cristina por las dudas ya viajó hasta Roma para redimirse frente al nuevo heredero de San Pedro porque «todo vale en pos del pueblo», hasta cambiar de moral y ponerse a chupar medias debajo de las sotanas. De este lado del charco, mientras tanto, el flamante buró de economistas integrado por Marcó Del Pont, Kicillof, Moreno y Echegaray estuvo haciéndose cargo de los problemas terrenales: dólares más, dólares menos, otra vez la historia de los créditos de corto plazo y unas cucharaditas de ley antiterrorista -para agregar a gusto -. Para las sobras no hubo otra cosa más que una nueva sobredosis de Argentina Igualitaria: algo de homofobia en San Isidro y un poco de represión docente por el Chaco, casi como de costumbre; como música de fondo se ensamblaron las marchas del 24 de Marzo - Día de la Memoria, Verdad y Justicia - a las que, según algunos cuentan, asistieron Mariano Ferreyra, Carlos Fuentealba y Julio López tomados de la mano y compartiendo un chori; dicen también que cuando les preguntaron qué andaban haciendo Julio tomó la palabra, contestó que pasaban para ver qué onda y siguieron caminando. Cosas de la vida.
Persignaciones mediante, acá Echegaray se las arregló para entretenerse con cosas más importantes. El titular de AFIP aprovechó el fin de las vacaciones - la baja en la temporada de los affaires políticos en Miami - para aplicar su nuevo impuesto libre de Congreso: un recargo de 20% a las compras con tarjeta en territorio extranjero. La perla mediática salió a flote cuando un grupo de periodistas lo increpó en la calle para que los asesorase en un asunto técnico-existencial: ¿Ese mismo 20% también se aplica a, por ejemplo, los paquetes turísticos con destino a Malvinas? Echegaray diciendo que sí, Echegaray diciendo que no, Echegaray diciendo que las Malvinas son argentinas para las Cadenas Nacionales, pero para la AFIP, que se encarga de materias tangibles, no.
No a mucha distancia de la Gestapo fiscal – ahora, además, también cipaya - el espíritu del reacomodamiento de precios se acercó a la oreja del Doctor en Carnicería Económica, Guillermo Moreno, para contarle un secreto sobre algo que hace rato venía temiendo: se viene el desmadre. Recetas cortoplacistas a la carta, una pizca de nacionalismo, dos de socialismo y como resultado queda uno de sus mejores proyectos: la «Supercard», un híbrido de nomenclatura yanqui y tradicional folk capitalista argento. - Fe, a estas alturas, ojalá nos sobre. - El kirchnerismo está plagado de esos no-se-qué que le permiten conciliar sus discursillos de izquierda hechos para la gilada con el capitalismo financiero y el consumismo alienante por los que tantos suspiros ciertamente pierden. Moreno ahora lanzó su propia tarjeta - o «card» para los nac&pop - y la tramoya no es difícil de explicar: el doctor propone colocar un plástico con un costo de financiamiento dos puntos por debajo del que tienen las tarjetas ordinarias, lo que implicaría un gran ahorro para los supermercados - y demás negocios del rubro - y quizá uno que otro ingreso extra para el cofre del Estado. El plan persigue estirar el congelamiento de precios cuanto aguante y evitar la explosión antes de las elecciones legislativas de un posible remake del último rodrigazo peronista - dicho a secas: un ajuste - consecuencia de una pésima política cambiaria siempre a favor de los ricos y en perjuicio de los pobres. Kirchnerismo al palo.
La frutilla del postre llegó con el Día de la Memoria: marchas por todo el país cubiertas por banderas políticas de todos los colores para conmemorar a las víctimas de los tiempos nefastos que nos propiciaron Videla y el resto de su Liga Extraordinaria, militantes de la vida secuestrados, torturados, ultrajados, violados y asesinados hace treinta y siete años, espíritus nobles que lucharon para que finalmente hoy, en la primavera de la dékada ganada, los nuevos militantes siguieran desapareciendo y se moliera a palos a los docentes que reclaman no otra cosa que un salario digno. En San Isidro un grupito de maricones imbéciles molió a trompadas a un homosexual diciéndole «si el Papa es argentino vos no podés ser gay», y en el Chaco - como para dar el ejemplo de lo que significa «tolerancia» -, reprimieron a los trabajadores de la educación diciéndoles (a porrazos) «si los legisladores cobran bien y los oficiales del Gobierno cobran bien, ustedes no pueden cobrar bien». Los dos hechos entre sí son muy diferentes pero en algo se conectan: ambos prueban que hoy, en Argentina, la Memoria sólo se usa para bajar cuadros.
Oremos.