por Ignacio de Villafañe
Hay dos elementos básicos en la famosa frase de Aristóteles, hoy atribuida al mitificado Perón -a saber: "la única verdad es la realidad"- que, aunque parezcan obvios o evidentes, es necesario nombrar: α) la Verdad, entendida como aquello que se dice que es verdad y predicada como única, y β) la Realidad, siendo esta no lo que se dice que es es verdad sino lo que se ve y se siente de manera absoluta, y sin posibilidad de error, por todos.
Hay dos elementos básicos en la famosa frase de Aristóteles, hoy atribuida al mitificado Perón -a saber: "la única verdad es la realidad"- que, aunque parezcan obvios o evidentes, es necesario nombrar: α) la Verdad, entendida como aquello que se dice que es verdad y predicada como única, y β) la Realidad, siendo esta no lo que se dice que es es verdad sino lo que se ve y se siente de manera absoluta, y sin posibilidad de error, por todos.
Los que reivindican aquella sentencia yendo a contramano de los discursos pseudoposmodernos y cuasivanguardistas de sus propios compañeros no sólo no advierten que destruyen todos sus principios de pluralidad de voces, multiplicidad de ideas y diversidad de opiniones, describiendo a la Verdad como a una totalidad singular y no como a esa construcción colectiva a la que en otras situaciones aluden verborrágicos, sino que además terminan dejándonos una tautología vacía, complicada para procesar: La única Verdad es
la Realidad ¿Y cuál es esa Realidad? La que nosotros decimos que es Verdad. Por "nosotros" me refiero a ellos, y por "ellos" a los fieles Soldados ejecutores del Modelo.
la Realidad ¿Y cuál es esa Realidad? La que nosotros decimos que es Verdad. Por "nosotros" me refiero a ellos, y por "ellos" a los fieles Soldados ejecutores del Modelo.