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¿Qué era eso del «Kirchnerismo»?

     
     Disimuladamente y con la mayor naturalidad posible, diputados por aquí, senadores por allá, van formando fila en Tigre con los labios jugosos y listos para besar. En la casa de Massa el timbre no deja de escucharse. De a uno van pasando ansiosos los otrora revolucionarios frentistas-para-la-victoria, hoy pintores de culos con rouge de la vanguardia.

     Alguien debería preguntarse si es todo ello materia de sorpresa. Yo creo que no. Sorpresa debería causar ver como la misma Implacable Sociedad Argentina que no hace mucho andaba por las calles exigiendo que se vayan todos, ahora contempla con indiferencia cómo de vuelta los altos palcos políticos se llenan de corruptos, vividores, mentirosos y politituristas - término que tarde o temprano sería bueno acuñar para definir a esos especímenes tan autóctonos de los partidos personalistas, de alta laxitud ideológica y bajo contenido de escrúpulos.

     La pregunta a venir, a escucharse repetidas veces durante la próxima década ganada será una muestra más de nuestra capacidad de olvido - contradictoria para un país que en boca de su gobierno actual se muestra tan apentente de memoria -. ¿Qué era eso del kirchnerismo? dirán los aníbales fernández, los danieles scioli, los martines insaurralde. La pregunta tiene un tinte surrealista: un abandono del tiempo, un dejo de irrealidad ¿Pero no es lógico suponer que los mismos que hoy se autodenominan revolucionarios - mientras fogonean un modelo económico basado en la inflación y el capitalismo de amigos - y se autodenominan progresistas - mientras las villas continúan creciendo y la sangre y las balas no paran de correr -, mañana no tengan el menor problema en volver a contradecirse? ¿No es posible concebir que los autores de preguntas como «¿qué era eso de admirar el socialismo nacional de Mussolini?», «¿qué era eso de la Triple A?» o «¿qué era eso del menemismo?» puedan preguntar en un futuro 2015 «¿qué era eso del kirchnerismo?» sin hacerse ni mínimamente responsables?

     Las PASO desconcertaron a muchos. Ninguno de lo perdedores puede vaticinarse un alza en los resultados de Octubre. Los pocos kirchneristas auténticos que quedan saben que su única chance de conseguir un carguito para continuar viviendo a expensas del Estado es postulándose como candidatos en Base Marambio, Antártida. Otra opción es llevar la propuesta de nuestro exitoso Proyecto Nacional y Popular a países necesitados como Australia o Canadá. Pero saben que ningún caso podrán captar más de tres votos.

     Mientras tanto, Padilla - Marcelo Padilla, el bolche del diario menos bolche de la provincia - publica en MDZ una columna hablando de un kirchnerismo de izquierda, nacional, popular y democrático que, afirma, en Mendoza no tiene ni fuerza política ni estructura que lo represente. Tal vez a Padilla no le llega todavía el telegrama de la Junta Nacional Electoral, pero los resultados de las últimas elecciones en Agosto no hicieron más que decir el kirchnerismo no es de izquierda... Algo que a fuerza de notas en esta misma página me he cansado de decir.

     El kirchnerismo es personalismo puro. Es imagen, sin contenido. El kirchnerismo es ex-menemismo, ex-lopezreguismo, ex-peronismo. Es lo que sea que quiera el pueblo. Es circo cuando el pueblo quiere circo. Es sexo cuando el pueblo quiere sexo. Y si el pueblo quiere pan, es pan. Y hoy el pueblo quiere ex-kirchnerismo, por eso no son tontos los aníbales, los danieles y martines. Al fin y al cabo: ¿qué era eso del kirchnerismo?

No saber perder

     Las elecciones no siempre son elecciones. Más de una vez se aplica en la vida esa desgastada frase de "no todo es lo que parece". Los triunfos electorales hablan más sobre el pasado que sobre aquello que puede venir - los triunfos se deben a algo que el pueblo eligió, y "eligió" está conjugado en pretérito -. También las sonrisas después de la tormenta a veces se corresponden con las posibles futuras tormentas - o el posible futuro, en general - que con el desastre acabado de ocurrir.

     En este momento, a las veintiún horas y veinte minutos del lunes, la versión en línea del diario independiente Página/12 muestra como última y primera noticia a Insaurralde diciendo orgulloso "vamos a recorrer con mucha fuerza la provincia". En 678 dicen que estas elecciones solamente fueron unas PASO (sin verdadera importancia). En la cuenta oficial de Twitter de Cristina Fernández de Kirchner no hay publicaciones desde el diez de agosto. 

     Ellos se auto-convencen llamando a Massa "Candidato de Clarín". UNEN también es para ellos el "Partido de Clarín" - y si no fueran tan centralistas y se interesaran más por el Interior Federal, hasta dirían que Nicolás Del Caño y todo el Frente de Izquierda obtuvieron los resultados que obtuvieron por ser "Amigos de Clarín". Porque para ellos no hay derrota sino conspiración eventualmente triunfante. -. Es decir: ellos dicen que los otros ganaron gracias a Clarín.

     La idea del Interior Federal - en contraposición al Epicentro Unitario - no está traída por azar: los resultados se dividieron en dos y de modo acorde a dicha dualidad. Así, hubo una campaña que fue la nacional, donde Mendoza eligió legisladores, y Córdoba eligió legisladores, y Misiones y San Luis y etcétera eligieron legisladores. Y hubo otra campaña, que fue la de Cristina, donde la Presidente apostó por Insaurralde y una que otra ficha por Filmus, eligiendo legisladores para Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires.
 
     Lo interesante de la derrota de Martín Insaurralde - que es el resultado del Epicentro Unitario - es que es, si no la derrota de Cristina Fernández, cuando menos la derrota de las multi-cadenas nacionales con Ella hablando e Insaurralde figurando. Es cuando menos la derrota de las giras internacionales con el Papa saludando e Insaurralde figurando. Es la muerte del kirchnerismo. La apuesta de Cristina, derrotada. El fracaso del relato.

     Lo interesante del triunfo de la oposición - entendida en su sentido complejo, como conjunto heterogéneo de fuerzas no-gobernantes - es que demuestra que hay otra Argentina además de Buenos Aires. Hay un Interior Federal, independiente de la simplificación esquemática que pretende imponer el Gobierno.

     Pero lo más interesante de todo, es que ante tantos triunfos ajenos y tantas derrotas propias, igual dijeron ganar ¿Por qué? Quizá porque todavía pueden. No hay que olvidar que aún manteniéndose estos resultados, el kirchnerismo seguirá manteniéndose fuerte en el Congreso: las elecciones de 2009 fueron muy malas para CFK - dichas elecciones fueron las que pusieron como legisladores a los representantes que este año renuevan cargo -, y que mejorar los números de aquel entonces, aún obteniendo bajos porcentajes de electores, no debería ser tarea difícil.
  
     De modo que más allá de lo simbólico, después de Octubre, de mantenerse estos resultados, no habrá en la Política Argentina grandes cambios. El kirchnerismo seguirá teniendo una fuerza tiránica en el Congreso. La diferencia será que ahora lo hará en conjunto con una moral hecha pedazos.

     En fin: el kirchnerismo festeja porque puede. Lo que debería preguntarse, es si debe. Y es que comenzaron los años de su desgaste. Esa fuerza que en un inicio fue peronismo y luego menemismo, hoy cuenta los días para devenir en massismo. Dependerá de la capacidad que tenga de adaptarse a su propia evolución - capacidad, por cierto, característica de toda invención justicialista - en suma con la capacidad que adquiera el pueblo de comenzar a elegir como sujetos históricos - cosa que apenas pudo vislumbrarse en los sufragios del domingo -, que en 2015 tengamos un nuevo personalismo, esta vez con nombre de Intendente de Tigre, o una propuesta superadora, verdaderamente nueva, encausando la Nación.