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Veintitrés balas que a nadie importaron


por Ignacio de Villafañe


Hay ciertas cosas que no pueden ser más de lo que en realidad son. Un zorro, por ejemplo, puede pretender ser pájaro, comportarse como pájaro, pero a la larga terminará resultando mucho más que evidente que no se trata de otra cosa más que un zorro. Por suerte, o no, con las personas sucede lo mismo y - así como con las personas - con sus organizaciones también.

El pasado viernes 10 se conoció una noticia más que importante sobre el caso de José Ignacio Rucci, el Secretario General de la CGT que murió por la violencia de 23 disparos el 25 de Septiembre de 1973 en manos de la agrupación Montoneros, en ese entonces vinculada al gobierno, a causa de una disputa política. Nada fue más allá de lo previsible: por haber ya pasado 39 años y no tratarse de un crimen de lesa humanidad el juez Ariel Lijo archivó la causa argumentado la imposibilidad de aplicar la clausula de imprescriptibilidad solicitada y disponiendo todo para que en la historia se escriba que a Rucci no lo mató nadie. Ante situaciones así a uno no le queda más que tener fe, creer que la justicia está actuando como debe y confiar en que realmente hace todo lo que puede. La esperanza en el pueblo es lo poco que nos queda, aún cayéndose, como se cae, a pedazos.

Las respuestas fueron múltiples; las mas loables resultaron ser aquellas provenientes de los sectores afines al oficialismo: tanto La Cámpora, como Abuelas, Hijos, el bloque de legisladores y la misma Presidente reaccionaron por igual: no hicieron nada. Al contrario de lo que se hubiera esperado, no hubieron ni movilizaciones, ni actos por la memoria o palabras de homenaje. Las Señoras Recoletas (como ellos llaman a lo que entienden que representa a la asquerosa buenos aires) se quedaron en sus casas como hubo de ser lógico, pero lo mismo hicieron todas aquellas agrupaciones que tanto se engalanan con las banderas y estandartes de la lucha por los DDHH, el repudio a la violencia y el Santo Juicio y Castigo en honor a la Memoria.

En Plaza de Mayo hacen eco preguntas. Allí frente a Casa Rosada, entre las palomas y los dibujos de los pañuelos blancos, sobre la tierra del pueblo absoluto y peronista, se escuchan ahora preguntas: ¿Es que Rucci era menos persona? ¿O hay que pensar que su muerte fue justa? ¿No hay uno de sus 23 agujeros, de su imagen de Traviata, que merezca algún castigo? ¿O será que hay una escala para evaluar por cuáles vidas, perdidas, vale la pena indignarse y por cuáles no?

Al margen queda un grupo de anécdotas que ameritan revisión: la nueva copa del torneo inicial de FPT se llamará "Evita Capitana", según Ella anunció desde el Salón de la Mujer, mismo salón desde el cual hubo elogiado antes en repetidas ocasiones al presidente de nuestra hermana Venezuela, aquel que hoy aspira a ser rerrerreelcto bajo el eslogan de "Chávez: mi Comandante"- algo así como "Perón: mi General" -; el caso de La Cámpora no es menor: no sólo parece gobernarse por una Junta (Militar) que en secreto decide que órdenes dirigir hacia abajo, verticalísimamente y como en Estado de Guerra - de Batalla Ideológica, como ellos lo definirían - sino que se autodenominan orgullosos Soldados del Modelo - la orgullosa Milicia de la Patria.

Como ya dije: hay ciertas cosas que no pueden ser más de lo que en realidad son. Clamar por los DDHH y no inmutarse por lo ocurrido con Rucci es no reconocerle humanidad a Rucci. Tarde o temprano se terminará revelando que nadie puede fingir tan sólo bajando cuadros, que no hay imagen de Videla borrada de la Historia que alcance para disfrazar el verdadero odio de este gobierno a la dictadura del '76, no por haber violado y ultrajado a la Democracia, sino por haber gobernado por una causa que no compartían. Porque si las formas son las mismas, la diferencia a de encontrarse en el contenido: las formas fueron los secuestros, las muertes, las torturas, las palizas, el odio, el miedo, la discriminación y el desprecio; el contenido fue el antiperonismo. En esencia - no en los hechos - este gobierno se diferencia aquel otro nefasto quizá por el contenido, mas no por las formas. Las formas son Julio Lopez, Mariano Ferreyra, la vida en las cárceles, le ley de antiterrorismo, las acusaciones públicas, la desfachatez del Indec, el conflicto de los subtes y José Ignacio Rucci. Lo de capitanes, comandantes, generales, soldados y batallas es anecdótico, nada más, pero coincide.

Ruego todos lo recuerden.

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