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Cosas que no van a cambiar II (Continuación)


     El «kirchnerismo» siempre fue «kirchnerismo», a pesar de haberse contradicho a si mismo en tanto «kirchnerismo» o en tanto «justicialismo» o, en tanto lo último, en tanto «duhaldismo», «menemismo», «lopezrreguismo», «peronismo», «camporismo», «peronismo»..., siempre fue «kirchnerismo». Así es como decía entonces, días atrás, en la nota titulada «Cosas que no van a cambiar I». Lo que sigue no es más que la continuación de dicha nota.

     La idea central de la nota anterior era que, sin importar cuantos cambios haya hecho CFK luego de su regreso a la vida política, nada iba a cambiar dentro del kirchnerismo. La idea se mantiene firme, exactamente igual, hoy, a más de dos semanas de haber sido formulada. 

     El fin del reposo - vale hacer memoria - se dio un 18 de noviembre. Fue luego de la derrota electoral no reconocida como tal por el arco kirchnerista, inflaciones negadas, tragedias múltiples en el Sarmiento y una irrumpida - a causa de la enfermedad de la mandataria - serie de entrevistas al estilo «Sepa todo lo que siempre quiso saber de la luchadora, solidaria, humilde y honesta presidenta de la República Argentina». 

     Fue un reposo - y un fin del reposo - luego de unos resultados electorales extraños, que demostraron que las marchas del 13S y el 8N, en fin, las protestas encabezadas por esos grupos sociales entonces denostados de viejas paquetas, de caceroludos y de hombres-dólar tuvieron efecto. Resultados electorales que expusieron a la luz cómo el glorioso 54% estaba compuesto en gran parte por, (ni más ni menos que), todos esos grupos sociales entonces denostados, esos caceroludos calificados como «oligarcas», «vendepatrias» y  «gorilas». Es decir: resultados que demostraron que: o bien el kirchnerismo llegó al poder gracias al apoyo de una oligarquía gorila vendepatria, o bien la representación democrática de las mayorías que se arroga el kirchnerismo fue siempre una ficción. (Recordemos a Néstor asumiendo el poder con solamente un 20% de los votos.)

     Entonces CFK volvió luego de haber dejado la turbulencia de su Reino-Estado en stand-by. Llegó «para poner orden». Entiéndase la importancia de esta idea de «poner orden». CFK llega para poner orden en un país donde, según el relato oficial, nunca hubo «desorden». Llega para ordenar lo ordenado. Llega para continuar, no para virar la dirección tomada.

     El kirchnerismo, como en general el peronismo, no debe fidelidad a ligaduras ideológicas. El peronismo no tiene ideologías; el kirchnerismo no es una excepción.  Moreno se va. Capitanich entra. Kicillof asciende. Todo se sucede de un modo que indiferentemente podría haber ocurrido antes o podría ocurrir en un futuro; o podría ocurrir ahora - como en efecto ocurre - sin que el resultado sufra variación alguna. Esto es así porque ni el atraso cambiario, ni el alto nivel de subsidios, ni el consumo interno - ficticio, porque en realidad es un consumo interno dependiente de la importación - fueron el resultado de la aplicación de un proyecto ideológico, sino más bien la consecuencia de un proceder patológico incapaz de asumir costos políticos e inútil para generar recursos propios.

     Desglosando: el kirchnerismo es incapaz de asumir costos políticos, razón por la cual a) disfraza la inflación con aumento ficticio del consumo interno, en lugar de frenar la depreciación de la moneda, pagando las consecuencias de terminar la fiesta (de algunos) del comercio exterior, b) mantiene vigentes subsidios injustos - subsidios a los ricos - como en el caso del gas y la electricidad; y el kirchnerismo es inútil para generar recursos propios, razón por la cual a) se vale de esa gran militancia rentada y b) mantiene el mismo nivel deficiencia estructural en materia energética, industrial, impositiva y administrativa en general. 

     Desglosando y sintetizando: el kirchnerismo fue, es y será cortoplacismo. Por eso no importa cuantos cambios se hagan en el gabinete. El kirchnerismo no está hecho de ideas, no está hecho de personas y no está hecho de kírchneres. El kirchnerismo está hecho de un hacerse a sí mismo sobre la marcha. Esa es la mayor garantía del no-cambio.

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