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Las cosas por su nombre: Se dice «saqueo»



     La historia comenzó con un grupo de policías acuartelado en la ciudad de Córdoba y una zona liberada a la merced de las oleadas villeras de la tierra del cuarteto y el vino con coca-cola. La historia comenzó con un reclamo de aumento salarial, con un De la Sota gestionando vía twitter, y terminó con choreos de televisores 3D por todo lo extenso del país, discusiones estériles en torno al correcto uso del adjetivo "negro" y una presidente sugiriendo, frente a una multitud reunida en Plaza de Mayo, que siempre hay saqueos en diciembre. La historia desembocó, como toda historia, en la exposición desnuda de lo que el presente es. En la historia hubo manifestaciones egoístas, mezquindades políticas, muertos, robos a mano armada, oleadas de saqueos, paranoia de saqueos, amenazas de saqueos, intentos de saqueos, saqueos de verdad y un 30° aniversario y un acto en conmemoración a una palabra que a nadie le importa, (que a todos les chupa un huevo).

     Si hay algo irrefutable de los saqueos es su pertenencia al campo de la realidad. Los saqueos existen. Ahí están. Poco importa si son el producto de la espontaneidad o el buen trabajo de punteros (¿peronistas?) que envían, con éxito, a sus muchachos a generar conmoción en las urbes. Es más: de seguro hay atrás de todo el caos pequeños intentos de duhaldes, alimentando con nafta el fuego. Pero el hecho es que los saqueos están. El hecho es que hay una horda de saqueadores, una gran porción de la torta social, un montón de argentinos, de buenas gentes, dispuestos a hacer caso, a escuchar a los duhaldes y a salir a robar. La Democracia también termina siendo eso.


     Ante la verdad - la única, la realidad - los laberintos de discursos se bifurcan. El gorilaje sale esperanzado a intentar sacar ventaja de los afanos, como si alguna conexión ideológica pudieran tener los viejos actores del 8 de noviembre de 2012 con estos nuevos de diciembre de este año. El kirchnerismo acusa mientras tanto a los grandes operadores, los instrumentadores, de ser contrarios a la voluntad del pueblo y desligan a la la líder responsabilizando del desastre a las provincias, a pesar del tamaño netamente nacional cobrado por el conflicto. La líder, por su parte, dio también sus notas de color - rescatadas por Infonews - con frases como "He decidido (...) no hacer una cadena nacional ¿Para qué? Para permitir que democráticamente algún canal corte la pantalla...", o "No creo en las casualidades. Tampoco creo en los hechos que se producen por contagio. Algunas cosas que pasan en determinadas fechas son por planificación y ejecución con precisión quirúrgica".


     Con respecto a los dichos de la Jefa surgen preguntas al margen: ¿Es que CFK considera en algún sentido que las cadenas nacionales - desde luego, al modo en que Ella concibe las cadenas nacionales - tienen cierto carácter antidemocrático? ¿Por qué entonces, si no fuera así, calificaría como "democrático" al efecto causado por la no utilización de la Cadena Nacional? Además: ¿Realmente la versión oficial acerca de los saqueos es que son solamente, únicamente, no otra cosa más que una mera situación orquestada por una corporación conspiradora y psicópata? Hubo 8 muertos ¿Y la única teoría presidencial que intenta explicarlas sostiene que el problema como tal no existe? Las primeras dos sobrepasan los márgenes de esta nota - pero eran lo suficientemente curiosas como para, por lo menos, mencionarlas -. Las segundas dos tienen una sola respuesta: CFK piensa seguir andando con la venda puesta.


     Pero lo indudable es que los saqueos están. Está la inflación, el atraso salarial, la inseguridad. Está la intención política tirando de los hilos, sin duda alguna. Está la política. Eso es lo que pasa: está la política.Con 30 años de Democracia, el que haya política, no debería causar ninguna sorpresa. No ocurre lo mismo con lo demás, porque sí debería causar sorpresa la crisis económica que el país está atravesando, la misma que el gobierno ignora. Una bomba no estalla porque uno le dice que explote; a la bomba primero hay que activarla. Si el oficialismo lo único que va a decir es que atrás de los conflictos hay terroristas coordinando el estallido de las bombas, es porque no quiere reconocer que fue él mismo - el gobierno mismo - el que las activó con su irresponsabilidad política, su cortoplacismo improvisador y su negación de la realidad constante.


     Hay saqueos. Hay crisis. Hay empleados estatales - esta vez fue el turno de los policías - que lo único que reclaman es un salario pagado como la ley lo indica, no en negro, y acorde al monto por el cual se estima ronda la canasta básica. Hay malestar social. Lo único que no hay, al menos por ahora, es una respuesta coherente de parte del Estado.

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